Las consecuencias de chuparse el dedo pueden ser corregidas en los primeros momentos del desarrollo infantil; posteriormente podrían llegar a ser irreversibles.
¿Cuáles son las consecuencias de chuparse el dedo?
La imagen de un bebé plácidamente dormido chupándose el pulgar nos traslada tranquilidad y sosiego. Es una imagen familiar, que entra dentro de la normalidad, porque tenemos asumido que la mayoría de bebés se chupan el dedo a los 12 meses de edad.
Pero ¿cuáles son las consecuencias de chuparse el dedo?
Índice de contenidos
Razones y consecuencias de chuparse el dedo
- ¿Por qué mi bebé se chupa el dedo?
- ¿Es mejor que chupe el dedo o que utilice un chupete?
- ¿Cómo puedo eliminar el hábito?
- ¿Cuáles son las consecuencias de chuparse el dedo más allá de la fase normal?
- Tratamiento de ortodoncia interceptiva en Clínicas Udemax.
¿Por qué mi bebé se chupa el dedo?
El acto de chuparse el dedo es un acto reflejo que tiene relación con la succión y estimulación del pezón materno para alimentarse.
La succión del dedo cumple, además, una segunda función. Esta, que muchos papás conocen por experiencia, es la de calmar al bebé ante determinadas circunstancias que pueden generarle estrés: miedo, sueño, hambre o inseguridad. En estos casos, chuparse el dedo devuelve al bebé a una situación controlada, segura.
Esta misma función es la que cumple el chupete.
¿Es mejor que chupe el dedo o que utilice un chupete?
Al igual que el acto de chupar el dedo o el uso del chupete es una fase normal en la evolución del bebé que debería finalizar en una franja de edad situada entre los 18 y 24 meses.
El abandono del hábito del chupete es más fácil ya que finaliza con la desaparición del dispositivo. Sin embargo, si el bebé ha desarrollado el hábito de succión del dedo, puede ser más complejo conseguir que abandone el hábito, ya que el dedo siempre está disponible, lo que puede alargar esta fase.
¿Cómo puedo eliminar el hábito?
En los primeros momentos en los que detectemos el hábito, intentaremos cambiarlo hacia el uso del chupete.
Como se ha comentado anteriormente, el hábito del chupete es más fácilmente controlable que el hábito de chuparse el dedo. Los pediatras recomiendan el cambio al estar el chupete menos expuesto a gérmenes que el propio dedo.
Si no hemos podido introducirle el chupete.
En este caso, y llegada la edad, debemos identificar los momentos en lo que recurre al hábito de chuparse el dedo. Habitualmente para conciliar el sueño, superar momentos de estrés o cuando se encuentra aburrido.
Una vez identificados, sustituiremos el hábito por un nuevo estímulo que sea más estimulante o placentero que el chuparse el dedo: un peluche, leerle cuentos para dormir, juegos cuando esté aburrido, etc. Es importante que los papás proporcionen este estímulo antes de que el niño recurra al hábito.
Algunos papás recurren a trucos caseros que evitan que el niño reproduzca la sensación placentera, como puede ser el recubrimiento del dedo con tiritas, el uso de manoplas o guantes o rociar el dedo con algún producto desagradable al gusto, como vinagre o limón. Pueden encontrarse productos específicos en farmacias.
¿Cuáles son las consecuencias de chuparse el dedo más allá de la fase normal?
Si el niño alarga la fase más allá de los 24 meses, pueden empezar a presentarse algunos problemas que irán incrementándose a medida que el niño crezca sin abandonar el hábito.
Los problemas generados por la succión del dedo dependerán de la frecuencia con que se haga, la intensidad, el tiempo que lo mantenga dentro de la boca e, incluso, la posición.
Maloclusiones
La primera de las consecuencias de chuparse el dedo que aparece es la mordida abierta anterior. En este tipo de alteración de la oclusión dental, los dientes superiores e inferiores no llegan a contactar.
La segunda alteración que se presenta es la mordida cruzada posterior. En este caso, los dientes del maxilar superior ocluyen en la parte interior de los dientes de la mandíbula (maxilar inferior).
Más allá, puede aparecer la protrusión dental de incisivos superiores, que corresponde a un abanicamiento de los incisivos superiores por el que encajan de una forma muy avanzada respecto a los dientes inferiores.
Todas estas consecuencias son recuperables mediante tratamientos ortodónticos.
Sin embargo, si el hábito aún siguiera perdurando a partir de este punto, se producirían consecuencias irreversibles.
Deformaciones en el paladar
El hábito de chuparse el dedo provoca la elevación excesiva de la bóveda del paladar. A esta malformación se le denomina paladar ojival. El paladar ojival es descrito como un paladar muy alto y/o hundido con una arcada muy estrecha que dificulta la posición lingual.
Otras consecuencias
Otras consecuencias de chuparse el dedo serán la aparición de infecciones orofaríngeas (amigdalitis, estomatitis), infecciones gastrointestinales (gastritis y gastroenteritis), problemas en la fonética y pronunciación, alteraciones en los dedos y trastornos emocionales si es señalado por compañeros.
Tratamientos de ortodoncia interceptiva en Clínicas Udemax
Una temprana revisión con el ortodoncista permite detectar si la posición y la mordida de los dientes, así como el crecimiento de los huesos maxilares, es correcta o si existe algún problema en el desarrollo dental del niño. En el caso de que lo haya, se recomendaría empezar un tratamiento de ortodoncia interceptiva.
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